HARRODS

Knightsbridge, London
Una de las tiendas por departamentos más grandes y lujosas del mundo.
Con 330 departamentos y 500 especialidades, ofrece una amplia gama de productos y servicios, incluyendo 28 restaurantes de diferentes nacionalidades que sirven de todo: desde un high tea, tapas, pub, rotisseri, un bar de ostras & champagne, hasta lo más elaborado y sofisticado.
El Food Hall es para mí el paraíso gastronómico. Tiene seis pabellones con su propia carnicería, pescadería, charcutería, fromagerie, panadería, pastelería, tienda de golosinas, tés y cafés
Te pueden hornear y decorar una torta exactamente con tus especificaciones. Desde lo más sencillo hasta crear una obra de arte comestible
Ofrecen un servicio que te ayuda a crear el menú ideal para cualquier evento, desde un picnic, hasta un gran banquete, cena de navidad y año nuevo.
Hay asesores y expertos en todas las áreas, incluso degustación de bebidas y vinos por regiones donde los productores y profesionales te acompañan en el proceso
Tienen una gelateria italiana donde te pueden prepara helados personalizados, crear sabores de helados y sorbetes a tu gusto o experimentar con sabores como pera y parmesano, fresas y champagne o helado de setas.
Hasta en la chocolatería te pueden personalizar los chocolates con fotos y texto.
Los restaurantes y el Food Hall pueden ser alquilados para funciones privadas, de menor a mayor escala: un desayuno, cocktail, reunión de negocios, cena, ceremonia o hasta una gran cena bailable con 450 personas.
Hay entrega a domicilio y puedes hacer compras on line.
Constantemente, realizan eventos. Durante el mes de Julio ofrecen una sala de delicateses globales donde puedes degustar productos e ingredientes de diferentes partes del mundo como azúcar de palma de coco de Indonesia, vainilla de México, maple syrup de Vermont y aceite de oliva de Calbria.
Además de una degustación especial " Famous Wine Families" con una selección fabulosa de 50 viñedos y wiskey de 13 familias alrededor del mundo, es una experiencia enriquecedora el hecho de poder degustar los vinos y oír sus historias en compañía de sus propios creadores.
Cuando estudiaba diseño de modas en Londres, tuve la suerte de que mi primer trabajo fue en una tienda de faldas escocesas, The highland shop rodeada de kilts. Tenía que aprender a reconocer los patrones y colores de los tartan asociados con los apellidos familiares. La tienda quedaba frente a Harrods, y en mi hora de almuerzo cruzaba la calle y probaba algo, así fuera un batido de frutas o un sándwich; pero sólo el estar ahí me era lo suficiente mágico para soñar el resto del día.